Era marzo de 2020…

Era marzo de 2020…
Las calles estaban vacías, las tiendas cerradas, la gente no podía salir.
Pero la primavera no lo sabía, y las flores comenzaron a florecer, el sol brillaba, los pájaros cantaban, las golondrinas pronto llegarían, el cielo era azul, la mañana llegó más temprano.

Era marzo de 2020…
Los jóvenes tenían que estudiar en línea, y encontrar ocupaciones en casa, la gente ya no podía ir de compras, o ir a la peluquería. Pronto no habría más espacio en los hospitales, y la gente seguía enfermándose.
Pero la primavera no lo sabía, el momento de ir al jardín se acercaba, la hierba se estaba volviendo verde.

Era marzo de 2020…
Las personas fueron puestas en confinamiento para proteger a los abuelos, las familias y los niños. No más reuniones, no más comidas, no más celebraciones familiares. El miedo se hizo real y los días fueron los mismos.

Pero la primavera no lo sabía, los manzanos, cerezos y otros florecían, las hojas crecían

.
La gente empezó a leer, a jugar con sus familias, a aprender un idioma, a cantar en el balcón y a invitar a los vecinos a hacer lo mismo, aprendieron un nuevo idioma, mostraron solidaridad y se centraron en otros valores.
La gente se dio cuenta de la importancia de la salud, del sufrimiento, de este mundo que se había detenido, de la economía que se había desplomado.

Pero la primavera no lo sabía. Las flores habían dado paso a los frutos, los pájaros habían hecho sus nidos, las golondrinas habían llegado.

Entonces llegó el día de la liberación, la gente se enteró por la televisión, el virus se había perdido, la gente salió a la calle, cantando, llorando, besando a sus vecinos, sin máscaras ni guantes.

Y fue entonces cuando llegó el verano, porque la primavera no lo sabía. Continuó estando ahí a pesar de todo, a pesar del virus, el miedo y la muerte. Porque la primavera no lo sabía, le enseñó a la gente el poder de la vida.

Todo va a estar bien, quédate en casa, protégete y disfrutarás de la vida