Misión en un centro de salud mental en Bobo Dioulasso.

Misión en un centro de salud mental en Bobo Dioulasso.

Nuestra Señora de la Esperanza es un centro de acogida, de tratamiento y de rehabilitación de enfermos mentales errantes en Bobo Dioulasso. Hnas. María de Lurdes y Anne Tuyên, Hermanitas de la Asunción (HA), nos cuentan su experiencia.

    

Un año después de mi llegada a Burkina, recibí la propuesta de trabajar con enfermos mentales. Al principio, acepté con un sentimiento de temor pues yo no había estado nunca en contacto con ellos, pero no dejaba de tener confianza y el deseo de hacer esta experiencia.

            Hoy me siento feliz de estar con ellos y ellas pues los he descubierto como personas talentosas, llenas de capacidades incluso cuando falla su estado de salud.  
Me llama la atención que, aunque la gente piense de ellos que no valen para nada, resulta que finalmente con confianza, amor y perseverancia, llegan a realizar trabajos muy hermosos.  Siento una gran alegría en mí y deseo que los días pasen rápido para poder volver a trabajar con ellos, pues el estar entre ellos me hace sentir una gran paz interior

Hoy encuentro en ese poco tiempo pasado juntos, una paz y una seguridad en la que recibo el céntuplo de lo poco que hago para ellos. Mi contacto con estos enfermos se hace a través de trabajos manuales, y de pequeñas artesanías. En estas actividades manifiestan sus talentos y también sus gustos. 

          

En la palabra de Dios, Jesús nos invita a acoger a extranjeros, vestir a desnudos, a estar cerca de los que viven marginados, de los pequeños y débiles, ya que al hacer esto es a Él a quien lo estamos haciendo…
Y mira por donde… hoy ya no me da miedo estar entre enfermos mentales, pues se puede jugar y hacer bromas sin problemas, y sobre todo porque descubro en cada uno de ellos el rostro de Dios.

Se nota un progreso en la ejecución de los trabajos, algunos que no acertaban a enhebrar la aguja, cuando se les ayuda a hacerlo, logran hacer bien el trabajo hasta terminarlo. Alguna  vez, cuando se les dice que ya es la hora de terminar, no quieren parar, están concentrados en sus actividades y piden continuar. Entre los enfermos, a algunos se les pide ocuparse de aquellos en que la enfermedad es más acentuada.

Es bonito ver la delicadeza y el amor con el que los enfermos se ayudan y se animan unos a otros. Entre ellos se encuentran aquellos que han evolucionado mejorando en su enfermedad: entonces, cuando su estado es estable se les propone estudiar o aprender otros oficios; otros proceden de familias acomodadas, pero ni el dinero, ni los estudios procuran la salud cuando la enfermedad llama a la puerta.

            A veces ocurre que algunos enfermos son recogidos en la calle y enviados al Centro, otros nos llegan a través de sus familias y cuando ya se han restablecido, vuelven a sus respectivas familias. También se llega a confiar  responsabilidades a aquellos que se han restablecido; estas responsabilidades pueden realizarse en el Centro o fuera de él, pero siguiendo siempre su tratamiento. También entre ellos, los hay que siguen Formación Profesional textil, de cría de ganado, de tintura, o artesanal…. Ahora yo digo gracias por esta hermosa experiencia que me ha hecho descubrir que estas personas son seres humanos enfermos pero capaces de hacer algo que les haga útiles y les devuelva la vida.

María de Lurdes, hermanita de la Asunción

« Todo lo que hagáis a uno de estos más pequeños que son mis hermanos, a Mí me lo hacéis » ¿Se puede decir esto frente a las situaciones idénticas halladas en el Centro Nuestra Señora de la Esperanza que acoge personas sin techo, enfermos mentales, discapacitados físicos y  abandonados…?

Ahora hace tres años que colaboramos con este Centro estando con los pacientes para realizar con ellos trabajos manuales: sacos para arroz con lana, tarjetas postales, pintura sobre tela y otros. Hay alrededor de unas quince personas que participan en este taller, son hombres y mujeres de diferentes edades. El número de pacientes no cesa de aumentar, lo que hace que haya muchas idas y venidas. Acogemos a todos los que lo desean con el objetivo de responder mejor a sus expectativas y para aliviarles en su sufrimiento.

A menudo, estos pacientes que no pensaban llegar a fabricar hermosos objetos, cuando contemplan lo que han realizado, expresan su alegría con una gran sonrisa, que es también una gran alegría nuestra.Es también alentador para nosotras.

Los pacientes tienen dones particulares y la capacidad de expresar libre y francamente sus sentimientos y su pensar sin sentirse molestos lo que nos da mucha satisfacción. Esto es conmovedor.Cada uno de ellos tiene un rol preciso, ellos componen su propia sociedad que es diferente a la nuestra.Si una persona dirige el grupo, ella no hace otra cosa más que esto.Otra será la traductora, o asegurará la vigilancia, etc. Conocen bien la misión de cada uno y sus hábitos, y prestan mucha atención unos a otros. La ayuda mutua y la comprensión son muy fuertes. Ya se encuentren bien o no, nosotras compartimos mucho con ellos.

Para nuestros hermanos y hermanas atrapados por la enfermedad nosotras queremos ofrecer la imagen del amor de Dios dando lo mejor de nosotras mismas, nuestra manera de acercarnos  y comunicarnos con ellos aportándoles confianza y así se sientan a gusto para expresar o pedir o compartir lo que habita en su corazón. Esto les hace bien a ellos y a nosotras también. 

Trabajando con ellos, nos descubrimos hermosas cualidades, como la paciencia, la escucha, la mansedumbre, la disponibilidad, en una atención cada vez más atenta a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas. Estamos más que sorprendidas al constatar  que poseemos en nosotras esas capacidades.

Estas personas nos invitan a vivir en la gratuidad, la compasión, la confianza y el amor.Hacemos esta misión con gusto, paz y alegría, en la esperanza de que un día cada paciente encuentre su camino y se encuentre verdaderamente mejor.

Es increíble ver la belleza de la creación. Nosotros, las personas llamadas “normales”, a menudo pensamos que hay peligro en acercarse a los enfermos mentales. Pero, al contrario son ellos los que nos dan paz, alegría y muchas sorpresas. Los vínculos se tejen día a día, la confianza se refuerza más y más Desde la confianza esperamos un mundo mejor para ellos y les ayudamos para que ellos aprovechen al máximo de la vida.


Creemos que a través de sus minusvalías quieren transmitirnos un mensaje de salvación. Como un soplo frágil…Como un vaso de arcilla… avanzamos todos entre las manos del Señor, Aquel que puede cambiar el agua en vino y que nos ofrece una gran esperanza.

En estos días, gracias a la Congregación, al equipo de la organización del Centro y a las familias de los pacientes, hemos logrado realizar pequeños progresos en la confianza. Por todo este camino ya recorrido, damos gracias al Señor, Aquel que es el origen de todo y en quien nosotras podemos cumplir nuestra misión con gozo y alegría.

Tuyen, Hermanita de la Asunción

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