«Yo soy la PUERTA, yo soy el BUEN PASTOR”
IV Domingo de Pascua
(Dia mundial de oración por las vocaciones)
Hoy vivimos momentos de oscuridad, de incertidumbre, de inseguridad. El virus que circula en el mundo, nos sacó de nuestra seguridad, nos hizo detenernos, desacelerar, entrar en cuarentena para preservar la vida y cuidarla. En este tiempo, somos testigos de innumerables iniciativas de solidaridad por parte de hombres y mujeres que comparten el don de sí mismos con aquellos y aquellas que sufren y que no cuentan con las más mínimas condiciones de cuidado, higiene, alimentación, vivienda. Otros, movidos por el amor, se esfuerzan por cuidar a los que tienen cerca y hacen circular la vida y la esperanza.
Es la LUZ en la oscuridad; es Jesús quien llega; buen Pastor que entra por la puerta y cuida de las ovejas en sus necesidades básicas. Nosotras, Hermanitas de la Asunción, escuchamos la voz que dice: «Que sus actos hablen Jesucristo”.
Jesús viene a nuestro encuentro en esta realidad para traer LUZ a nuestros ojos y darnos poder de discernimiento. Él mismo dice:
«Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino que salta por algún otro lado, ese es un ladrón y un salteador». (Juan 10,1)
¿Quiénes son los ladrones? ¡Son aquellos que explotan a la gente! Aquellos que usan la autoridad para apacentarse a sí mismos y a sus intereses. Mirando a las autoridades religiosas y políticas de su tiempo, Jesús dice: «¡Ustedes son ladrones y malhechores!»
En tiempos de pandemia la prioridad es la vida de las personas, especialmente de las que viven al margen de la sociedad, en situaciones de fragilidad. Aquellas que están en riesgo, sin ninguna reserva económica y que sobreviven sólo con lo que pueden adquirir durante el día. Es a estas personas que los gobiernos y los Jefes de Estado deben mirar con una mirada de preferencia y cuidado. Pero vemos, con dolor en el corazón, gobiernos y autoridades, preocupados por salvar la economía, invirtiendo millones en empresas para que no pierdan beneficios o animando a la gente a salir de sus casas, a ir al trabajo, a la escuela, a los negocios, a seguir viviendo normalmente, poniendo a la población en riesgo y en peligro de muerte.
«El mundo está herido. Engendra la pobreza. Viviendo entre los pobres de diversas naciones, descubrimos el peso de la dominación de unas y la dependencia de otras… Familias y personas en nuestros barrios, son esos empobrecidos…» (Regla de Vida) «Juntas y con ellos, tratamos de establecer o de reanudar las relaciones entre las personas, las familias y los grupos, de encontrar las condiciones que les permitan existir…» (Regla de Vida)
“El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El cuidador le abre y las ovejas escuchan su voz; llama por su nombre a cada una de sus ovejas y las saca fuera” (Juan 10, 2-3)
Jesús es la puerta. Él busca liberarnos de todo lo que nos quita la conciencia, de todo lo que nos deja sin capacidad de discernimiento, sin capacidad de humanizar la vida, de todo lo que nos quita la esperanza y la alegría.
Humanizar la vida, ese es el camino de Jesús. Llama a cada uno por su nombre para que recorra este camino y le conduce fuera de la cerca. «¡Sal fuera!, le dice Jesús a Lázaro. ¡Entra en la vida! Para nosotros hoy, Jesús añade: «Ven y sígueme».
«Junto con otros, intentamos crear ambientes donde cada uno sea llamado por su nombre, invitado a la creatividad y a tomar parte, progresivamente, en la construcción del mundo» (Regla de Vida).
Reconocer su voz en medio de tantas otras voces que nos rodean exige proximidad con el Pastor, oídos de discípulas.
«En este mundo, en el que se mezclan búsquedas, valores e inquietudes, el bien y el mal, contemplamos el trabajo de Dios. Escuchamos su Palabra y dejamos que el Espíritu de Jesús modifique y convierta nuestra mirada» (Regla de Vida)
Jesús no sólo es el Pastor, sino que se declara el «BUEN PASTOR». Él es también el CORDERO DE DIOS. Él da su vida por sus ovejas. Este es el criterio de la bondad de Dios, dar la vida. Ser fiel a la Alianza hasta el final. La bondad del Buen Pastor reside en el valor de dar la vida y denunciar a aquellos que explotan al pueblo y lo abandonan huyendo delante del peligro.
Las ovejas escuchan la voz del Buen Pastor porque habla de lo que realmente necesitan. Encuentran en él el amor que no se impone sino el amor que se propone. «Síganme». Jesús conduce, libera, camina delante de las ovejas, las saca fuera.
«Por el don de su vida, Jesucristo nos reúne y
nos llama a entregarnos como el Siervo
por la Salvación del mundo» (Regla de Vida)
Así es Jesús para nosotras: Servidor y Salvador.
Amor que redime y nos hace vivir.
Él venció la muerte, Él nos llena de esperanza.
Àgda da Penha de SOUSA-Minas Gerais – Brasil
Hermanita de la Asunción