¡Feliz de ser Hermanita de la Asunción!
« Tú vales mucho para mí, eres valiosa a mis ojos y yo te amo » (Isaías 43,4)
Yo soy Ernestina Nzambisa, originaria de la República Democrática del Congo. Tengo 32 años. He hecho estudios primarios y secundarios en las Hermanas Diocesanas de Kikwit (una ciudad de la R.D.Congo).
A la edad de 12 años, tuve el deseo de ser religiosa. Lo que me atrajo de la vida consagrada, fue el testimonio de vida de las Hermanas con las me relacionaba. Yo apreciaba mucho su sencillez, su amorosa atención a las personas, sobre todo a las más empobrecidas.
En mi barrio dos hermanas pasaban casi cada noche a visitar a los enfermos y a las personas mayores. Permanecían algunos minutos con la gente para conversar y darles ánimo.
A veces hacían una corta oración juntos, si la persona lo deseaba. Todos estos gestos me llegaban al corazón.
Desde los 12 años hasta los 17 guardé secretamente este deseo en mi corazón. A los 18 años cuando acabe los estudios, marché a Kinshasa y allí me atreví a decir a mi tía que deseaba ser religiosa.
Considerando este deseo, ella me ayudó a entrar en contacto con las Hermanitas de la Asunción, que ella conocía. Esto me permitió hablar con la responsable de las aspirantes, que me explicó el Carisma de la congregación y su atención particular a los pobres y los más pequeños. Yo comprendí entonces que lo que me explicaba coincidía con las aspiraciones que yo tenía. Sin dudar, empecé esta aventura. La entrada en la vida religiosa me ha ayudado a crecer en el seguimiento de Cristo.
Durante todo mi recorrido, siempre me he sentido apoyada por el amor y el afecto de mis hermanas en comunidad.
La vida comunitaria es para mí una escuela y un espejo donde descubro mis riquezas y mis zonas oscuras, donde aprendo cada día a amar y a ampliar mi corazón a fin de vivir la diversidad en la unidad.
La inter-nacionalidad, la inter-cultura, y la inter-generaciones me han ayudado a consolidar mi vocación en la sencillez y la fraternidad, ensanchando mi corazón para dar cabida al otro.
Las dificultades y las numerosas riquezas procedentes de esta experiencia me han enseñado a ir más allá de mis límites y a dar nombres nuevos a mi fe. Siempre me he apoyado en el gran amor y la misericordia de Dios, que me da la gracia de sentirme a gusto y feliz viviendo mi vocación.
Por su gracia y segura de su fidelidad, pronuncié mis primeros votos el 4 de septiembre del 2010, después mis votos perpetuos el 4 de septiembre del 2016.
A lo largo de todos estos años de la vida consagrada, he hecho la experiencia de la presencia permanente, continua, amante de Dios y de su misericordia hacia toda la Humanidad.
En su Palabra meditada y en la Eucaristía encuentro cada día, una fuente que alimenta mi vida, un tesoro que me da energía y fortalece mi vida espiritual ayudándome a mantenerme constante, en pie, en el seguimiento de Cristo. De la oración saco las fuerzas nuevas y la alegría que me permiten encontrar el equilibrio en mi humanidad.
Qué bueno es servir a Dios a través de los empobrecidos y los pequeños con sencillos gestos de todos los días. Por otra parte el Padre Etienne Pernet, nuestro fundador, decía: « que vuestros actos hablen Jesucristo ».
En fin, ¡yo soy feliz de ser Hermanita de la Asunción!
Ernestine Nzambisa, Hermanita de la Asunción
Una respuesta
Mi querida hermanita Ernestina que hermosa la historia de tu vocación, sin duda el reino de Dios cuenta con una obrera que construye vida entre los pobres , los más pequeños. nuestro intercesor el Padre Esteban Pernet debe estar feliz con tu experiencia.
Te envió un saludo desde Cali-Colombia, mil gracias por tu compartir.
Con cariño JOHN FREDDY/ Laico Asuncionista – Colombia