Yo pediré al Padre, Él te dará el Espíritu de la Verdad

Yo pediré al Padre, Él te dará el Espíritu de la Verdad

 VI Domingo de Pascua (Juan 14, 15-21)

«Yo pediré al Padre,
y Él les dará otro Defensor
que permanecerá siempre con ustedes«

El movimiento en este pasaje del Evangelio es muy llamativo. Esta corriente de Vida Trinitaria, ha sido muy marcada en las lecturas desde la Pascua.

Yo pediré al Padre…
Él te dará… el Espíritu de la Verdad
Estará contigo para siempre

Cuántas veces ha dicho Jesús «El Padre y Yo somos uno» y cuántas veces ha enfatizado que ha llevado a cabo la misión para la que el Padre le había enviado. Su garantía de resurrección es clara… «porque yo vivo, ustedes también vivirán».

La relación de Jesús con su Padre es muy amorosa y está estrechamente ligada a su misión. Sí, le pedirá al Padre que envíe su Espíritu para estar con nosotros para siempre y aunque lo pide, está muy seguro de que su petición será concedida porque «el Padre y Yo somos uno». Ese reconocimiento del lugar del Padre y, al mismo tiempo, la identificación de Jesús con esa misma posición, plantea cuestiones que requieren una mayor reflexión, no sólo para nosotras mismas sino para nuestro mundo. Este misterioso mensaje despierta nuestro deseo y nos invita a la contemplación y al discernimiento. También nosotras estamos llamadas a continuar su misión. Pediremos continuamente al Padre para que su Espíritu esté con nosotras para siempre. El Padre está cerca, pero también más allá y en el centro.

Rezaré al Padre

En este país, en la crisis actual, todos los mayores de 70 años estamos «encerrados», lo que significa que hemos permanecido en casa durante las últimas seis semanas. La rutina dentro de cada comunidad ha cambiado. Apreciamos que hay más tiempo para la oración y la reflexión. Hay un sentido de solidaridad entre nosotras y con muchas otras personas. Estamos agradecidas por la amabilidad de los vecinos, cuidadores, amigos, ya sea que hagan nuestras compras o dejen un regalo en la puerta. Nos animamos a mantener viva la esperanza cuando nos unimos a la música callejera o encendemos las luces mostrando nuestro aprecio por los trabajadores de primera línea. Algunas hermanas están haciendo máscaras para los trabajadores cuya labor los pone en alto riesgo. Estas expresiones de solidaridad son evocadas por la experiencia compartida de la pandemia. Pero es mucho más que eso: es la presencia del Espíritu vivo entre nosotros y nosotras.

Las historias de la Pascua encuentran a Jesús frecuentemente involucrado con reuniones y con comida
* en la Comida Pascual;
*en la orilla del lago con sus discípulos;
* con las multitudes cuando multiplicó los panes y los peces;
* en el camino a Emaús.


Estas reuniones son variadas y significativas, son eucarísticas. El trasfondo de cada historia es simple con alimentos que vienen de la tierra. Hoy sabemos de la profanación de la Tierra y sus consecuencias para tantas personas en todo el mundo. La perturbación de la naturaleza ha impactado a los organismos más pequeños, así como diezmó muchas especies. Las islas y los isleños se están ahogando debido al cambio climático

También sabemos que hay miles de personas que no pueden protegerse del coronavirus porque no hay un suministro de agua adecuado o porque están luchando por trabajar en mercados superpoblados. Su elección es entre la muerte por virus o la muerte por pobreza. La realidad humana es desgarradora – donde «el bien y el mal se entremezclan» (RV 10). Al ser conscientes de estas condiciones somos testigos de Jesús resucitado y de Pentecostés: la conciencia lleva a la acción por la justicia.

Recordamos que el planeta es parte del Reino. La humanidad necesita recordar que los seres humanos no estamos en el centro. En cambio reconocemos humildemente que el Espíritu Creador está en el centro de la creación y quiere que formemos parte de la «renovación de la faz de la tierra». Como Jesús, «pediremos al Padre» y rezaremos para poder alejarnos de las nociones equivocadas de «conquistar y controlar», que están al origen del daño a nuestra Tierra. Ya vemos que el Espíritu está luchando por abrirse paso y nuevos enfoques están ganando terreno

Damos gracias por la invitación del Papa Francisco a los creyentes de todas las religiones para rezar por las personas que sufren en todo el mundo (14 de mayo). Este gesto inclusivo subraya el hecho de que estamos todos juntos en esto, en nuestra atención orante al sufrimiento y a la pena.

La oración del Padre Pernet también, en 1889, se hace eco de los sentimientos de los discípulos mientras esperan con esperanza – y quizás con cierta ansiedad – la llegada del Espíritu. Su oración resuena en los corazones de muchos enfermos en este momento:

«Señor, no nos olvides. Te esperamos todos los días y en todo momento. Apóyanos desde la mañana hasta la noche. Sé nuestra salvación en tiempo de tribulación» (15 de diciembre de 1889).

Las palabras tranquilizadoras de Jesús permanecen en nosotros:

*»No les dejaré solos…volveré a ustedes».

Unidas en el Espíritu «que libera nuestro corazón y nos llena de gozo» (RV 55)

Nellie Curtin Hermanita de la Asunción -Dublín – Irlanda

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