Misión en Burkina Faso
Mis primeras gafas progresivas las aprendí a llevar en Burkina Faso… después de unos días de andar como si la tierra se abriera a cada paso a mis pies, conseguí ajustar la vista para no caerme.
Centrar la mirada, equilibrar el lejos y el cerca… ese puede ser el resumen de lo que vivo cada día en este pueblo en el que amo y peno, en el que rio y lloro, con el que aprendo a caminar, a sonar y a consentir, sobre todo a con-sentir.
“Estamos casadas con un pueblo, estamos llamadas a vivir la Alianza de Dios con su pueblo”… estas palabras de mi primer año de formación quedaron grabadas en mi memoria y se han ido haciendo cuerpo, realidad, vida cotidiana.
Y es así – “para lo bueno y para lo malo”- que la misión se vive en tierras que están un poco más lejos de la casa paterna y materna….Atravesar fronteras no es un acto de un día, sino cotidiano: la frontera de la cultura y de la tradición diferentes, la frontera de la lengua con todos los malentendidos y “mal comprendidos” posibles, la frontera del género, de la religión, de la edad, del color… la frontera de lo que hemos adquirido como propio, bueno, bello y verdadero… que se rompe en un instante y te deja sin lentes para seguir leyendo la realidad.
Hay días de cristales rotos, días de perder de vista el horizonte, días de tropezar con las mismas piedras que no llegas a ver… y hay días en los que, sin saber por qué, la mirada se centra y se descubre un país, un universo lleno de posibilidades y maravillas, un reino nuevo, un rostro, un Rostro que te sigue enamorando y atrayendo… “Sigue atravesando fronteras, sigue caminando desiertos… y me VERAS”.
El primer día que se abrieron las puertas de la sala de Alfabetización, Chantal estaba ya allí, sentada en los escalones…. Con todos sus límites físicos y psíquicos y toda su alegría: “Yo ya he venido”. Ella sabe bien lo que es romper prejuicios para poder hacerse un hueco, desde abajo, desde la simplicidad, olvidar su cuerpo que atrae todas las miradas, olvidar su lenguaje que se hace ajeno a los que le rodean… y mirar, mirar mucho, estar atenta… y llegar.
Burkina me ensena a mirar y a ver, me ensena a no saber y a aprender, a atravesar mis propias fronteras, me ensena a ser paciente y a orar… me ensena a vivir este matrimonio con Dios y su pueblo… Yo también ya he venido… estoy y soy aquí.
Maria José Vallejo – Hermanita de la Asunción