«Denles ustedes de comer»
Una misión en Italia cerca de nuestros hermanos frágiles
Con ocasión de un encuentro con un grupo de la Fraternidad, escuchamos juntos este extracto de la Multiplicación de los Panes (Mt 14 15,21), e hicimos una reflexión en común. ¿Por qué Jesús se dirige a sus discípulos diciendo « Dadles vosotros mismos de comer »? Cuatro palabras: solidaridad, tolerancia, acogida e interculturalidad nos ayudaron a entrar en el fondo del tema.
El compartir fue animado. A menudo, la indiferencia nos hace decir « ya se ocuparán los otros », « esto no me concierne ».
No nos dejamos interpelar por la situación y no pensamos en cambiar nuestro comportamiento.
Todos nos sentimos interpelados: dejemos a la Palabra cambiar nuestro corazón, nuestros sentimientos y nuestros comportamientos.
*Salgamos de nuestros hábitos, de nuestras zonas de confort para abrir la mirada sobre la realidad que nos rodea.
*Dejémonos cuestionar por los problemas, por la soledad vivida por tantas personas. *Sobrepasemos los miedos y las desconfianzas, entremos en un camino de pobreza y de sencillez.
Lucia sugirió que esta palabra nos daba la oportunidad de releer la experiencia que habíamos vivido durante el tiempo de Adviento y de Navidad, cuando nos reunimos con los Residentes de un Hogar para enfermos mentales. En realidad en nuestro Sector hay una casa que acoge a estos hermanos frágiles, en gran parte jóvenes, y algunos sin familia. Nosotras consolidamos nuestra amistad con la responsable de la estructura, Laura. Ella nos comunicó la necesidad de ayudar a nuestros amigos a montar una actividad de cocina, pues no siempre aprecian la comida que reciben cada día de los servicios sanitarios públicos : es una comida del mismo estilo que la restauración hospitalaria. Esto hace que el ‘plato’ resulte « frio », los residentes no están implicados en la preparación de las comidas, y no hay espíritu de familia, y esto no les incita a actuar ni a ser los animadores de su día a día.
Anna propuso al grupo preparar pastas al horno y regalarles las salchichas para cocinarlas. « Ver tanta alegría en sus ojos porque podían gustar platos diferentes, saliendo de lo habitual, la alegría de haber recibido atención por nuestra parte ha puesto una nota cálida en mi corazón, me hizo “gustar la alegría” del don.
Además, habíamos implicado a Caritas parroquial que preparó alimentos a fin de dar la posibilidad a nuestros amigos de lanzarse a cocinar una o dos veces por semana.
Algunos días antes de Navidad fuimos a sus locales para tener juntos un momento de fiesta. María nuestra pastelera, había preparado dos suculentos pasteles, que fueron apreciados por todos.
Algunos jóvenes residentes habían fabricado pequeños objetos: pisa-papeles, decoraciones de Navidad, velas, que vendían para autofinanciarse. ¡Los habían realizado con tanto cuidado y aplicación! Nosotras también habíamos comprado algunos regalos para darles las gracias y animarlos. Fue una bonita fiesta, Carmela dice: « Cantamos y bailamos, intentando implicar a todo el mundo, incluso a aquellos que permanecían aislados y tristes, ofreciéndoles un rato de felicidad a los que verdaderamente lo necesitaban. Gracias a este pequeño gesto, pudimos ver en sus ojos mucha alegría y serenidad. A nosotros se nos puso el corazón contento. La enfermedad que dura toda la vida, que te hace diferente a los demás, es aliada de la soledad, hace a mis amigos todavía más vulnerables, a veces gruñones y tristes. »
Este es el pan a compartir: el tiempo, la atención, el diálogo, pequeños gestos, la sonrisa, sobrepasar la desconfianza…
El Señor multiplicó nuestro gesto y este se convirtió en una relación más profunda; desde ahora, les sentimos más cercanos y nuestro corazón está habitado por la atención y el deseo de volver a reunirnos con ellos.
Señor, te estamos tremendamente agradecidas por la alegría que experimentamos realizando ese sencillo gesto de caridad.
Giovanna, Hermanita de la Asunción, Lucia, Anna y Carmela
Nápoles-Italia