De la Multiculturalidad a la interculturalidad
El aspecto multicultural del mundo es un rasgo que se evidencia en la mezcla de muchos pueblos y en la manifestación de diferentes culturas. Pero un mundo multicultural no es necesariamente intercultural. Partamos de la convicción de que cada cultura tiene un valor que no supera al del otro, las dos se cruzan y se complementan.
Para empezar a vivir en la interculturalidad, cada miembro debe primero conocer su propia cultura teniendo una experiencia personal; esto ayudará a conocer otras culturas. La interculturalidad busca un intercambio entre los miembros de diferentes culturas, idiomas y naciones que guiará hacia el bien común
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La interculturalidad es un ejercicio que debe hacerse y vivirse todos los días. Nos pide que salgamos de nosotros mismos, de nuestro egoísmo para ir hacia el otro que nos espera.
Es también la acogida y el respeto mutuo del otro, de su cultura, de su lengua, de su comportamiento y de sus hábitos para alcanzar un objetivo común.
Necesita paciencia, tolerancia, perdón, comprensión, aceptación de sí mismo y del otro. La interculturalidad requiere apertura, romper los límites, salir de nosotros mismos y encontrarnos con los «otros».
Vemos a Jesús con la mujer samaritana. Vemos a Jesús con los discípulos de Emaús, un viaje juntos como Jesús con los discípulos de Emaús, un viaje de diálogo, de intercambio, de escucha mutua, de descubrimiento y de compartir que nos lleva a sentarnos alrededor de la misma mesa con el mismo propósito. Cf. Lucas 24:13-35
Es una experiencia que ayuda a abrirse al mundo, a ir hacia otros horizontes, a tener otra visión de las culturas. La persona ya no es la misma, sale de la ignorancia y abraza una nueva realidad que le lleva a un proyecto de FE común.
Esta dimensión de la interculturalidad nos invita a decir «Nosotros» en lugar de «Yo»; al decir Nosotros, los miembros buscan y encuentran lo que es el bien común.
Algunos desafíos no dejan de surgir para poder convivir con personas de otras culturas. El miedo a perder la propia cultura, la dificultad de abrirse y aprender el idioma del otro son algunas expresiones de esto.
Ventajas: la apertura a la interculturalidad muestra nuestra fuerza para vivir juntos; interesarse por la otra cultura y ver al otro a imagen de Dios.
Es cierto y necesario acercarse aún más a este aspecto, a través de la vida, las experiencias personales y comunitarias.
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Marcelline Mubata
Hermanita de la Asunción