Fiesta de la Asunción 15 de agosto 2020
« Un mundo nuevo se prepara … »
«En María contemplamos una respuesta perfecta a la llamada de Dios…
Su Asunción nos da la certeza de que un mundo nuevo se prepara…»
¡Quince de agosto de 2020! Esta fiesta de la Asunción nos reúne una vez más y de manera muy particular. Todas nuestras comunidades se encuentran en países y regiones donde el confinamiento sigue siendo actual, aunque con mayor o menor fuerza. Durante este periodo hemos experimentado los lazos que nos unían unas a otras, ante todo por la oración, pero también por diferentes medios de comunicación según los países. Nos unimos muy particularmente a las que han enfermado o están aún enfermas a causa del Covid 19 y también recordamos a nuestras hermanas que nos han dejado.
Pero se vislumbra un «después» con el interrogante:
¿Qué mundo nuevo preparamos?
Algunas palabras de la UISG y la USG(1) nos invitan a la reflexión:
«Cuando la situación que nos rodea turba nuestra paz y nuestra serenidad y que no tenemos recetas preparadas ante ella, necesitamos discernir. Nuestros programas se han visto trastornados, lo mismo que nuestros momentos de encuentro y nuestros ritmos ordinarios de vida y de trabajo. Sin embargo, en todo esto hemos escuchado la voz del Señor que nos decía: « ¡Ánimo! Os envío a recorrer las calles de este mundo que amo.»
Hoy, Jesús viene a nuestro encuentro y camina con nosotras, aun cuando no logramos reconocerLe. El Crucificado-Resucitado ejerce su ministerio de consolación y cuida a sus hermanos y hermanas.
En varias ocasiones, a lo largo de estas semanas, el Papa Francisco nos ha urgido a caminar juntas/os, porque como repite siempre, sólo “juntos/as”, podemos afrontar las dificultades de esta situación y aprovechar este momento histórico para dar un nuevo sentido a este viraje que emprende el camino de la humanidad…
de la humanidad…
Como en el relato del Génesis: al comienzo existía el caos, pero el Espíritu, planeando sobre las aguas hizo nacer un mundo nuevo. Estos tiempos nos remiten a los origines, porque el Espíritu que está en nosotras/os, como en numerosos hermanos y hermanas de la humanidad, suscita un gran deseo de renovación, de transformación, de renacimiento.»(2)
Surgen numerosos interrogantes: nuestro mundo y nuestra vida religiosa son cuestionados. ¿Cómo transformar estos momentos sombríos en una oportunidad «luminosa» para nuestra misión, para actualizar nuestro carisma y nuestras maneras de encarnarlo hoy?
En estos pocos meses vividos ¿Reconocemos ya actitudes nuevas a desarrollar?
Durante este tiempo hemos percibido en nosotras y a nuestro entorno, un deseo de vivir de otra manera. Todo está llamado a cambiar e infunde esperanza para que este mundo se transforme. Hombres y mujeres han descubierto en numerosos ámbitos, la importancia de situar a las personas en el centro de las realidades y rechazan el hecho de que el dinero, la técnica a ultranza y la economía, sean los únicos motores de la vida. Responsables de diferentes Iglesias han unido su voz para apelar a la solidaridad, al cuidado de las personas vulnerables y sufrientes de esta tierra.
¿Puede nacer hoy un mundo nuevo?
«A consecuencia de la pandemia, se propagan formas antiguas y nuevas de pobreza y surgen enfermedades sociales que dificultan el renacimiento. Muchas personas siguen excluidas no sólo de Internet, sino también de la consideración social, causando enormes pérdidas y miles de víctimas de la explotación y de la marginación. Nos preguntamos:
¿Cómo ser para ellos y ellas, testimonios de la presencia viva de un Dios que se conmueve y se inclina hacia ellos y ellas para cuidarlos?»(3)
«Cuidarlos». Expresión que aparece en muchos de nuestros textos. Nuestra opción de vida religiosa y nuestro carisma, según la intuición del Padre Pernet nos interpelan más que nunca, para ser estas personas que se comprometen a cuidar»:
«La Hermanita ha de tener para su enfermo una ternura indescriptible, porque se propone la gloria de Dios al mismo tiempo que una obra de misericordia… Pocas palabras, muchos actos. Los sermones cansan, las delicadezas y las atenciones de una caridad discreta, atraen y ganan los corazones.» E.Pernet 2/9/1891
En comunidad, hemos experimentado muy a menudo, estos momentos hechos de tiempos fuertes vividos juntas y esos momentos de tensión, de camino a hacer para acogernos nuevamente, como en las familias que tienen que soportar la tensión del confinamiento. Hemos experimentado con más intensidad la importancia de la comunicación humana ante el aislamiento en las Casas de Retiro y en muchas personas de nuestra vecindad. También hemos sido testigas de la solidaridad de numerosos jóvenes ayudando a tal o cual persona anciana o aportando su colaboración en las diferentes asociaciones caritativas. Hemos valorado la importancia de la escucha mutua, de la comunicación profunda que nos hace crecer mutuamente. Sí, un mundo nuevo quiere nacer.
Escuchar `en lo más cercano y en lo más amplio´ de nuestro mundo y cuidar, son actitudes existenciales que pueden conducir a una nueva cultura, mediante un diálogo real con aquellos y aquellas que comparten nuestra misión, para discernir nuestras opciones apostólicas y contribuir así al nacimiento de un mundo reconciliado.
Esforcémonos por cuidar a los desechados y permitamos también que los demás cuiden de nosotras, como «EL NOS CUIDA, DIOS SALVADOR NUESTRO».
María creyó en su Dios. Supo «cuidar» a su Hijo con ternura y confianza. Con su presencia y su escucha a los primeros discípulos, cuidó los humildes comienzos de la Iglesia. Su Asunción nos anima a cuidarnos también nosotras mutuamente, allí donde estamos, para acoger y hacer nacer este mundo nuevo.