Eugénie Marguerite, primera laica vinculada a las Hermanitas de la Asunción
El mes de junio de 2025, La comisión « Compartir el Carisma con los Laicos », organizó una sesión, que tuvo lugar en Grenelle. El servicio de los archivos les propone profundizar el tema de las relaciones entre los laicos y las H.A., por medio de este artículo acerca de la historia de la primera laica, con quien la congregación se relacionó: Se trata de Eugénie Margueritte, llamada Sr Eugénie.
Su nombre completo es Jeanne Caroline Eugénie Margueritte, que nació hacia el año 1847. Era una joven huérfana de origen modesto (su madre era empleada doméstica), que en su infancia, había perdido a su madre y después a su abuela. Una historia que en muchos aspectos, hace pensar en la que vivió Antoinette Fage y que explica probablemente en parte el afecto que se creó entre las dos.
Una Sra., Mlle. Letrône, acogió a la pequeña después de la muerte de su abuela y fue ella quien la presentó a la Sta. Fage, que entonces era directora del orfelinato de las Sras. de Mesnard. La pequeña, primero muy intimidada, fue conquistada inmediatamente por Antoinette, y comprendió rápidamente que podría encontrar de nuevo, a una madre en ella. Finalmente, después de algunas peripecias, Eugénie pudo formar parte del grupo de niños y niñas, de los que se ocupaba Antoinette y se apegó enormemente a ella, quien se lo devolvía bien. Poco a poco, todos los niños se acostumbraron a considerarla como la hija adoptiva de « La Señorita », y, lejos de tener celos por esto, se mostraban contentos.[1].
Este orfelinato, fundado en 1861 por las Sras. de Mesnard tenía por fin la formación de jóvenes huérfanas, entre 12 y 21 años, para la primera Comunión, cuando ya habían pasado la edad habitual para hacerla. Era un pequeño establecimiento y nunca hubo más de 18 niñas. Las jóvenes recibían una formación religiosa, practicaban los ejercicios de piedad propios de la época y el tiempo restante trabajaban, principalmente en la costura (por ej., « hacían todo el trabajo de lencería de los Dominicos»[2]). Pero « la Sta. Antoinette » les proponía tiempos de recreo, algunos juegos y paseos y podemos pensar que el ambiente que propiciaba en la casa, era más bien alegre.
Al correr del tiempo, las relaciones entre Antoinette y las Sras. de Mesnard se degradaron, hasta que las Sras. decidieron deshacerse de Antoinette, sin hablar con ella. Entonces, la Srta. Fage ya estaba en contacto con el Padre Pernet y éste, aprovechó esta circunstancia para hablarle de su proyecto y proponerle ser la superiora de la comunidad que estaba fundando.
Fue un golpe y un desgarro para Antoinette, que, además, no deseaba abandonar a sus niñas, y en particular a su querida Eugénie, que entonces tenía unos 18 años. ¡Qué dolor cuando estas Sras. la obligaron a dejar a las niñas, sin siquiera dejarle la posibilidad de despedirlas!
La misma tarde tuvo que organizar el traslado de sus cosas al piso de la calle St Dominique que ya había sido alquilado, y partió enseguida, para formarse durante un mes, en casa de las religiosas de la Asunción.
Ambas, Eugénie y Antoinette, cada una por su lado, pensaban intentar encontrarse; Antoinette dudó en escribir a las Damas de Mesnard para pedirles que le permitieran llevarse a Eugénie con ella. El padre Pernet le aconsejó no hacerlo, pero la autorizó a escribir directamente a Eugénie.
Esta carta se ha conservado y lo que sigue es un extracto de la misma:
«Hija mía,
(…) No necesito repetirle que no he modificado mis disposiciones hacia Ud., doquiera esté y en cualquier tiempo, puede estar segura de que siempre la recibiré. Solo le sugiero que reflexione, y no haga nada con precipitación (…). Ante todo, no quiero que pierda su alegría y para asegurarle o al menos para intentar procurársela, no hay nada que no esté dispuesta a emprender. Que así sea, tanto si permanece donde está, o si viene conmigo, mi afecto no será menos vivo, y siempre me encontrará dispuesta para Ud., en el día y a la hora que plazca a Dios.»
A partir de la recepción de esta carta, Eugénie pidió a las Damas de Mesnard la autorización de dejarlas para unirse a su madre adoptiva y cuando esta la recibió, intentó encontrarla, cosa nada fácil, como lo cuenta el mismo Etienne Pernet a Antoinette en su carta del 22 de junio de 1865:
« Mi muy querida hija,
Apenas acabábamos de regresar con el P. Picard, hacia las 9h. de la noche, me llamaron al locutorio. Era Eugénie acompañada por una Srta., de la que he olvidado el nombre, pero que Ud. conoce, porque es ella quien acompañó a Eugénie en otra ocasión, a casa de las Sras. de Mesnard. Supe entonces que Eugénie, al querer ir con Ud., había conseguido que estas Sras. decidieran confiársela a Ud. Pero, ¿Dónde encontrarla? Fue, después de largas y vanas búsquedas para buscarla, que Eugénie me encontró en la calle St Dominique, donde no se la conoce. No dije gran cosa, y no obstante, en el fondo, estaba contento. »
En adelante, Eugénie jamás dejó a su madre, hasta que falleció.
La joven se instaló en la calle St. Dominique con su madre adoptiva, las primeras “cuidadoras de enfermos” y el padre de una de ellas, que era viudo y no tenía otro lugar para ir. Ayudaba en la limpieza, en la cocina, iba de compras, o llevaba el correo y a veces hacía el trabajo de “cuidadora de enfermos” o pedía limosna. También prestaba diversos servicios a los Padres de la calle François 1º, como lo hacía toda la comunidad.
El carácter de Eugénie, según parece, era alegre y vivo, como muestra la carta que Antoinette escribió al Padre Pernet en julio de 1865:
« Eugénie se muestra cada vez más alegre, lo que a veces, me obliga a reñirla, pero eso no le impide ser una muchacha excelente. »
El Padre Pernet también intentó que estudiara un poco, como se puede ver en la carta que escribe a Marie de Jésus el 18 de julio de 1865:
«Preparen un poco a Eugénie para la meditación, y en los comienzos, permítanle leer lentamente, con un buen libro de piedad, hasta que se sienta con bastante fuerza para reflexionar y meditar sin libro, durante 1/2 h. seguida.»
Poco a poco, pasaba el tiempo y la comunidad cambió varias veces de lugar. Las hermanas pronunciaron sus primeros votos (en aquel tiempo, los votos eran « privados » es decir, sin realidad canónica), pero no Eugénie.
¿Por qué?
No tenemos ninguna certeza, por no conservar ningún escrito personal de su puño y letra. No fue un rechazo por parte de los fundadores, quienes, al contrario, insistían para que profesara, pero Eugénie lo rehusaba.
La redactora de la biografía de Marie de Jésus (publicada en 1908) plantea la hipótesis en estos términos:
« [en 1875], todas revistieron este santo hábito, todas, excepto una…, la querida Eugénie Margueritte, quien a pesar de su abnegación, del que rebosaba su corazón, no se sentía llamada por Dios a la vida religiosa. La rectitud de su alma, le hacía responder a todas las insinuaciones que le hicieron, incluso por el fundador y por la Madre Marie de Jésus (…): « Soy suya para siempre, pero no seré religiosa ». (…) Amaba a los pobres, amaba la Obra, y no cesaba de dar testimonio de ello, entregándose completamente y en todas circunstancias. (…) Las hermanas tomaron la costumbre de llamarla Sr Eugénie. Toda su vida vistió el primer hábito que llevaban las cuidadoras de enfermos, el vestido negro y el gorro, que después se convirtió en el que llevaron las postulantes en la congregación. Lo que la diferenciaba de éstas, era porque fue admitida a llevar el anillo de oro, que entonces llevaban les profesas de votos perpetuos.»
En 1870, en el momento de la compra de la casa de la calle Violet, dirigieron una oración a san José. Tenemos en los archivos el manuscrito de esta oración, que Sr Eugénie firmó, con estos términos « Sr M. Eugénie la testaruda » (aquí abajo, 4ªe línea a la derecha)
¿Por qué la « testaruda»? ¿Porque rehusaba pronunciar sus votos ?
Mientras tanto, Eugénie prestaba numerosos servicios y trabajaba en la Misión. Por ejemplo, lo mismo que las Htas., cuidó a los heridos durante el asedio de París, después durante la Comuna. También permaneció muy cerca de Marie de Jésus, acompañándola regularmente en sus desplazamientos. Podemos hallar un ejemplo en una carta de Antoinette Fage a Petite Mère Madeleine el 27 de agosto de 1877, con ocasión de una corta estancia en casa de la baronesa Reille:
« [Sra. Reille] me hace acostar sola en su habitación y a Eugénie en una pequeña habitación a mi lado. Cuando no tiene a nadie, toma sus comidas con nosotras y de lo contrario, nos hace servir en mi habitación. (…)
Varias veces, la acompañó a Lourdes y en esta ocasión, le servía de secretaria para ayudarla en su abundante correspondencia. A veces era la que redactaba los relatos con destino a la Casa Madre y sus cartas eran muy apreciadas. El Padre Pernet escribe a Antoinette el 1º de septiembre de 1878:
« Eugénie es encantadora en sus cartas. Dígaselo de mi parte, añadiendo mil ternuras que Ud. también tiene para ella en su corazón.»
La muerte de Marie de Jésus en 1883 provocó una gran conmoción en Eugénie y en aquel momento recibió numerosos testimonios de simpatía.
La muerte de Marie de Jésus en 1883 provocó una gran conmoción en Eugénie y en aquel momento recibió numerosos testimonios de simpatía.
Eugénie vivió hasta 1899; su fallecimiento tuvo lugar algunos meses después de la muerte del Padre Pernet. De modo que compartió la vida de la comunidad durante más de 30 años. No tenemos muchas más fuentes que nos permitan conocer exactamente, lo que vivió durante todo este tiempo, a parte de las citas, cuando era nombrada en las cartas o en el periódico de la Casa Madre para indicar que había prestado tal servicio o que le habían pedido hacer algunas gestiones.
La foto que tenemos de sus últimos años, aunque poco clara, muestra bien su vivacidad y su alegría, que según parece, guardó a lo largo de su vida.
Céline Hirsch, Archivista de la Congregación, octubre 2025
